En una economía capitalista «normal», o sea, en la economía real un cambio radical de la coyuntura que expresara la sobreproducción generalizada de las mercancías, la sobrecapitalización de la economía: es decir, el hecho que la masa total de la plusvalía producida ya no permite asegurar un rendimiento «satisfactorio» al conjunto de los capitales disponibles, se traduce siempre en una caída de los precios.
El hecho de que exista inflación «rastrera» (1) o «generalizada» no impide que esas caídas de precios se produzcan. Su característica es el aumento continuo del nivel general de los precios. Pero toda una serie de precios, aquellos sobre los cuales los monopolios tienen menos influencia (en los dominios donde la competencia se da de una manera más libre) comienzan a bajar.
Por el contrario, en un clima de inflación galopante, todos los precios se elevan sin cesar, aunque no necesariamente al mismo ritmo: la ley del valor continúa reinando por ese medio. La moneda totalmente depreciada se mantiene constantemente en circulación. Nadie quiere retenerla. Todo el mundo la cambia sin cesar por mercancías. Tal fue el clima en Alemania en 1923, o al final de la guerra, así como a la víspera o inmediatamente después de la liberación de los países ocupados por los nazis.
Hoy, como en la anterior recesión generalizada de principios a mediados de la década de los 70, aún no padecemos un clima de inflación galopante. Ciertos precios continúan bajando. Ta fue en primer lugar el caso del curso de las acciones en la bolsa, que conocen su peor recesión desde 1974, 1940 e incluso desde 1931.
Otro ejemplo es el precio de los terrenos para construir y, en general, los precios de las viviendas afectados, al menos en algunos países en que la especulación inmobiliaria había golpeado de manera más desenfrenada. Así si en la anterior recesión -verano 1974, en Inglaterra los precios para construir descendieron en 40% en relación al nivel del verano de 1973, arrastrando en su caída varias compañías inmobiliarias o de crédito inmobiliario, hoy le toca a España en que los precios han sobrepasado dicho porcentaje a partir del año 2007.
Finalmente, es también el caso de la mayoría de las materias primas
Abandonada a su lógica interna, toda chiris de sobreproducción tiene tendencia a agravarse por un movimiento acumulativo. Esto sigue siendo cierto hay en la época del capitalismo decadente, como lo fue antes de la segunda o antes de la primera guerra mundial.
De nuevo, la situación en los sectores donde la actual crisis estalló, no presenta de manera más favorables que en las recientes anteriores. al contrario, se señalan tasas de desempleo superiores al 25% en ciertos sectores de la industria en EEUU y la Europa comunitaria, sobre todo en España donde los índices son ciertamente alarmantes. En este país el número de casa-habitación en construcción ha caído cerca del 50% en los últimos años. Así como la demanda de ciertos productos industriales. Estos son porcentajes que recuerdan incuestionablemente 1929-1932.
Sin embargo todo eso presupone que los gobiernos burgueses se mantienen pasivos. La recesión es precisamente una crisis de sobreproducción en la que la amplitud y la duración están limitadas por una inyección de poder de compra inflacionista. Si por tales inyecciones se da un resurgimiento de la economía, en el curso de los los meses próximos -primero en EEUU luego en Japón y Alemania Occidental, la economía capitalista internacional evitará, una vez más, la depresión grave.
Es verdad que será necesario una dosis masiva de inflación para obtener el arranque económico. El movimiento acumulativo de la inflación se explica precisamente por el hecho de que, luego de cada recesión, es necesario cada vez más inflación para evitar la recesión grave. Así lo conformo elocuentemente la recesión de 1969-71 y la de 2007 con la aparición de la stagflation. (2)
Pero a diferencia de la anterior recesión, el Gran Capital está mucho más condicionado por la decisión política, este escenario presupone sin embargo que el sistema bancario internacional, es decir, los mecanismos de crédito, detengan el golpe de la slumpflatión (2). Esto fue posible en 1975-77 pero ¿lo será esta vez? Será capaz el Gran Capital de ab sorber el déficit de varios miles de millones de dólares, trayendo consigo las consecuencia múltiples de esta suma?
¡Resistirá el sistema bancario tal prueba? ¿Se producirá en el curso de la actual recesión, o a la víspera o en el curso de la próxima? He aquí el misterio que ningún economista, que ningún ministro ni empresario, banquero capitalista podrán desentrañar. He aquí la nube que se cierne sobre la operación «resurgimiento». Si en 1974 era una nube de talla, a la propia medida de la inflación, ésta, como se predijo, no ha hecho sino crecer en función del propio resurgimiento a escala de un gran ciclón.
(1) Hay que considerar que un clima de persistencia de la inflación, a un ritmo casi igual, o ligeramente superior o inferior a los años anteriores, coincide con una acumulación y una tentativa de liquidación, excepcionales de reservas de mercancías no vendadas, y con una espectacular baja de los precios de materias primas.
Si en estas condiciones el costo de la vida continúa aumentando de manera pronunciada, hay que subrayar la responsabilidad de los monopolios especializados en los productos de amplio consumo (tanto durables como no durables, los que según un técnico muy conocido aumentan los precios por mercancía cuando el número de mercancías vendidas baja)* Debe agregarse que los gobiernos, bancos centrales y sistemas bancarios, al ampliar sin cesar la masa monetaria, y sobre todo la masa de moneda en curso corriente, les permiten actuar de esta manera.
*Este término acuñado por E. Mandel, o inflación reptante se utiliza para caracterizar un proceso de alzas regulares de precios, provocado por la acción de los monopolios en búsqueda de un aumento de sus volumen y tasa de ganancia. Al respecto, ver un viejo articulo de Jacques Valier, sobre Acumulación e inflación rastreras, en No 1, de «Critiques de l’économie politique»
(2) Slumpflation y stagflation denominan fenómenos propios del fin del boom de posguerra. Normalmente, la tendencia inflacionista corresponde a la mecánica propia de los periodos de expansión económica. La stagfaction, en cambio, señala la presencia de una presión inflacionaria en pleno periodo de estancamiento económico, como fueron los periodos señalados. La slumpfation, por su parte, combina la tendencia al alza de los precios con una abierta recesión de la actividad económica. Es la caracteriza de la crisis vivida en 1974 y principios de 1975 y la tendencia actual en la mayoría de precios al consumo y energía.
Nota: Este análisis se fundamenta, en esencia, en la aplicación de la teoría marxista con que el prestigioso economista Ernest Mandel analizó y abordó la anterior recesión económica. «La crisis» 1975
Para estos señores las categorias económicas y políticas no son más que abstracciones de estas relaciones reales y únicamente son verdaderas mientras esas relaciones subsiten. Por consiguiente, incurren el el error de los economistas burgueses, que ven en esas categoria leyes eternas y no leyes historicas.. Esta inversión mística sólo ve en las relaciones reales encarnaciones de esas abstraccines.. Esas abstracciones son ellas mismas fórmulas que han estado dormitando en el seño de Dios padre desde el nacimiento del mundo.
Por ejemplo: El monopolio es bueno porque es una categoria economica eterna. La concurrencia es buena porque tambien es una categoria económica. Pero lo que no es bueno es la realidad del monopolio y la realidad de la competencia. Y aún peor que el monopolio y la concurencia se devoren mutuamente. ¿Qué hacer? Como estos pensamientos eternos se contradicen, en el seno de ambos tambien está su sintesis, en la que los males del monopolio se vean equilibrados por los de la concurerncia y viceversa. Cómo consecuencia de esta lucha sólo se puede extereorizar el lado bueno. Hay que revelar la formula oculta en la noche de la razón impersonal de la humanidad. Estos señores se ofrecen como reveladores sin titubeo alguno bajo el epígrafe de ECONOMIA REAL, DEMOCRACIA REAL…
Miren ustedes por un segundo la vida real. En la vida economica de nuestros dias -sigue Marx a Annenkov 28.12.1848- no sólo verá usted la concurencia y el monopolio, sino tambien su síntesis, que no es una fórmula sino un movimiento. El monopolio produce la concurrencia y la concurrencia produce el monopolio. Por lo tanto, esta ecuación, lejos de eliminar las dificultades de la sistuación presente como se lo imaginan los economistas burgueses, tiene por resultado una situación aún más dificil y más embrollada. Así, al cambiar la base sobre la que descansan las relaciones económicas actuales, al aniquilar el modo actual de producción, se aniquila no sólo la concurrencia, el monopolio y su antagonismo sino tambien su unidad, su síntesis, el movimiento, que es el equilibrio real de la concurencia y del monopolio.
Parece mentira que después de 175 años estos señores, que se autotitulan catedráticos no hayan aprendido el abc de la economía capitalista. Pero ello no es casual, su causa está en su propia condición de burgues, pues el burgues, como antes el señor feudal, es incapaz de concebir otro hombre que a él mismo.