La II República y el Frente Popular ni chicha ni limoná.


El 14 de abril de 1931 era proclamada la República «de trabajadores de todas las clases» en España, y con ella se abría un nuevo período de intensas lucha de clases en todo el país. Del bienio repúblicano-socialista al bienio negro -que aplastó violentamente la Comuna de Asturias de Octubre de 1934-, de la victoria electoral del Frente Popular en Febrero de 1936 a las jornadas revolucionarias de Julio del mismo año contra el levantamiento fascistas, del comienzo de la guerra civil al enfrentamiento abierto de los stalinistas con el proletariado revolucionario en Mayo de 1937 en Barcelona, en fin, hasta la victoria definitiva de la contrarrevolución encabezada por Franco en 1939, el combate del proletariado español durante estos años se vio confrontado a una coalición de intereses «nacionales» e internacionales -la famosa «no intervención» de los países democráticos y la ayuda limitada de Stalin, frente a la solidaridad creciente de de Hitler y Mussolini con el bando franquistas.. que, ante la ausencia de una dirección revolucionaria, le condujeron finalmente a su destrucción por la barbarie fascista. Y sobre la derrota del moviente obrero se levantaba una de la dictaduras más sangrientas que había conocido la historia de este siglo hasta entonces…

¿Por qué fue derrotado el proletariado español? Ni la socialdemocracia, ni el estalinismo, ni el anarquismo fueron capaces de conducir a la victoria a un movimiento obrero y campesino que, sobre todo en las jornadas de julio del 36, habían demostrado todo su espíritu revolucionario y aspiraciones anticapitalistas respondiendo al levantamiento fascista con las armas en la mano y atacando la propiedad de los capitalistas en las fábricas, en el campo y poniéndolas en marcha bajo su propio control.

Tampoco el POUM, «la organización política más honesta», como la calificó Trotsky, fue capaz de oponer una línea revolucionaria firme e intransigente a la política de conciliación con la burguesía que practicaban las direcciones hegemónicas del proletariado. Su participación en el Frente Popular, en el de la Generalitat de Barcelona, su actitud centrista en relación a las cuestiones internacionales fueron, entre otros factores, la manifestación de sus constantes vacilaciones y le condujeron finalmente a caer victima de la represión stalinista sin poder llegar a ofrecer una resistencia abierta a los ataques del Frente Popular contra la conquistas logradas por las masas.

Sacar las lecciones de la experiencia vivida por el proletariado español durante la revolución y la guerra civil contra el fascismo, comprender cuáles eran los intereses que estaban en juego en esa lucha a muerte, en esa lucha a muerte, en una época en que coincidían el ascenso del fascismo en Europa y la victoria de la fracción stalinista en la URSS, constituyen una tarea fundamental para toda la vanguardia revolucionara que, después de 40 años de Dictadura, y tras el declive del renacimiento en todo el país y del fracaso en la asunción de la ardua tarea de dirigir el combate de las masas hacia la instauración del poder obrero y popular, después de 40 años del derrocamiento del franquismo y la victoria de la burguesía con la instauración del Estado de Derecho como forma democrática de dominación y explotación, vuelven de nuevo a avivarse las brasas en lo más profundo del crisol.

Hoy a diferencia de hace 40 años, apenas hay vanguardia revolucionaria en las cenizas. Hoy a diferencia de hace 40 años la clase obrera, desilusionada e impotente, con una dirección sindical acostumbrada a tiempos de paz, es prácticamente inservible. Estos son los dulces frutos de la amarga victoria; de la democracia…

La historia parece repetirse. La experiencia de aquellos años, la tragedia de la revolución española, (de la II República y el Frente Popular) debe servir a todos los revolucionarios para evitar que aquello que fueron los principales responsables de la derrota- y en primer lugar los estalinistas traten de nuevo en sembrar ilusiones entre las masas sobre la necesidad de colaborar con la burguesía y la posibilidad de una vía «pacífica» al socialismo.

La experiencia de aquellos otros 40 años, menos trágicos pero no por ello menos destructivos parar los intereses de los asalariados, debe servir a todos los revolucionarios para evitar que aquellos que fueron los principales responsables de la victoria del gran capital, y en primer lugar los euro-comunistas, (PCE, PSUC) y, por su mediación, los socialdemócratas del PSOE, con la colaboración inconsciente de otros reformadores de izquierda; nostálgicos juristas republicanos del pasado, traten de nuevo en sembrar ilusiones entre las masas sobre la necesidad de colaborar con la burguesía y la posibilidad de una vía «pacífica» al socialismo.

La tragedia de Chile, o la práctica conciliadora con la burguesía de los reformistas en Portugal están casi olvidadas.  Más cercanos están los canticos sobre las glorias de la democracia burguesa, su cascabeleo democrático de Libia, Egipto Siria; más cerca está el vacío de poder en Grecia fruto de un impotente intento de conciliación de clases, cuyo resultado es el peligroso ascenso del fascismo en Grecia… Está demasiado cerca de nosotros para recordarnos una vez más que la lucha contra el fascismo, del fundamentalismo, de la soldadesca y de la reacción no pueden ser realizadas en nombre de la «defensa de la democracia» burguesa, sino que exigen una política independiente de la clase obrera que, lejos de contentarse con las libertades que les «otorga» la burguesía, las utilice y refuerce para atentar contra la propiedad de los capitalistas y preparar el enfrentamiento armado con el Estado burgués.

«Primero, la revolución democrática; luego, la lucha por el socialismo» la consigna inicial de los reformistas, se veías más tarde sustituida por «primero, ganar la guerra; después, la revolución», frente a los obreros revolucionarios que proponían los métodos de la guerra revolucionaria como única vía para la victoria el ejército franquista. Querer separar la necesaria lucha militar contra el fascismo de la lucha por las reformas sociales en el campo «republicano» conducía de hecho a no asegurar un apoyo activo y masivo de los trabajadores a las batallas que se desarrollaban en el frente*. Y uno de los errores más graves del Frente Popular será su negativa constante a conceder la independencia incondicional al pueblo marroquí sometido a una explotación colonialista incondicionalista por los capitalistas españoles: de esta forma, las organizaciones obreras reformistas no sólo adoptaban una actitud pro-imperialista, sino que dejaba un campo fácil de maniobra para el bando franquista.

*Del mismo modo, al defender los intereses del capital, (del comercio y la industria), al defender la renta de la tierra, etc., la República y el Frente Popular se enfrentaban con el campesinado. (50% de la población activa española)

No fue pues la falta de combatividad y de «madurez» del proletariado español las causa de la derrota. Fue ante todo la traición q que se vio sometido por aquellas direcciones en las que confiaba y la debilidad de aquellos sectores de vanguardia que hubieran podio llegar a constituir una nueva dirección revolucionaria capta de conducir a la victoria las vacilaciones y confusiones del POUM, la dispersión en las filas del anarquismo de numerosos obreros revolucionarios no permitieron, en el mismo proceso de la revolución, la construcción de un Partido a la altura de las tareas históricas que le exigían la masas. Esta es también, y sobre todo, la enseñanza que ha de sacar la vanguardia obrera y revolucionaria. combatir las ilusiones del reformismo exige empezar a sentar las bases de una estrategia que puede ser asumida por un partido que prepare, impulse y centralice las luchas de masas en base a la defensa de los intereses históricos del proletariado y no en función de la colaboración con las clases poseedoras.

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